Teherán, 19 de junio de 2025. Irán ha intensificado su programa de enriquecimiento de uranio en los últimos meses, elevando la pureza de sus reservas desde el 3,67% –límite permitido por el Plan de Acción Integral Conjunto de 2015– hasta un 60%, un porcentaje cercano al nivel considerado para aplicaciones militares.
Según un informe detallado de abc, el proceso se desarrolla en varias etapas: primero el uranio natural se convierte en hexafluoruro de uranio (UF6), luego atraviesa cascadas de centrifugadoras para lograr un enriquecimiento del 20% y, finalmente, nuevas máquinas avanzadas elevan la concentración al 60%. Este ritmo de trabajo permite a Irán acumular rápidamente material que, con modificaciones, podría alcanzar niveles de más del 90% necesarios para una carga nuclear.
El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha mantenido una presencia constante de sus inspectores en las instalaciones de Natanz y Fordow, pero admite que el aumento de centrifugadoras y el desarrollo de modelos de segunda generación complican el monitoreo. La comunidad internacional teme que, ante la acumulación de stock de UF6 enriquecido, Irán disponga de un «breakout time» –tiempo requerido para producir material fisionable suficiente para un arma– de pocas semanas.
Este avance energético ocurre en un contexto de tensiones regionales y sanciones económicas. Mientras Estados Unidos y la Unión Europea estudian nuevas medidas coercitivas, Teherán defiende que su programa tiene fines civiles y energéticos. No obstante, analistas señalan que la velocidad del enriquecimiento y la opacidad en la divulgación de datos alimentan las sospechas sobre una posible derivación militar del proyecto.
Organismos multilaterales y gobiernos vecinos, como Arabia Saudita e Israel, han exigido al OIEA mayor transparencia y cautela. La evolución de este pulso nuclear podría redefinir los equilibrios de poder en Oriente Medio y reactivar el debate sobre el control de armamentos en el plano global.
