El Parlamento iraní exigió ayer al Consejo Nacional de Seguridad de la República Islámica la aprobación del cierre del Estrecho de Ormuz, respuesta directa a los ataques recientes de Estados Unidos contra infraestructuras iraníes. De confirmarse, la medida interrumpiría el paso diario de cerca de 13 buques cisterna que transportan más de 15 millones de barriles de petróleo y gas, equivalente al 20% de la producción mundial de crudo.
Ubicado entre el Golfo Pérsico y el Golfo de Omán y con apenas 54 kilómetros de ancho en su punto más angosto, este brazo de mar es vital para el comercio energético. Cada jornada, por sus aguas transitan alrededor de 15 millones de barriles de petróleo, que salen de los campos de producción en Irán, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait.
Las tensiones en la zona se han recrudecido desde la retirada de EE.UU. en 2018 del acuerdo nuclear de 2015 y el endurecimiento de sanciones a la venta de crudo iraní. Ante estas restricciones, Teherán ha amenazado en repetidas ocasiones con bloquear el estrecho, aunque nunca llegó a ejecutar la orden. Sin embargo, en abril de 2024, tras un ataque al consulado iraní en Damasco, la amenaza estuvo a punto de materializarse.
Para sortear posibles bloqueos, en 2021 Irán inauguró una terminal de exportación en Jask, provincia de Hormozgan, conectada por un oleoducto de 1.000 kilómetros con el campo de Goreh en Bushehr. Esta infraestructura tiene una capacidad inicial de 300.000 barriles diarios y podría ampliarse hasta un millón, evitando así el cruce por Ormuz.
La reciente operación militar de Israel, que incluyó bombardeos sobre instalaciones nucleares y energéticas en Irán, ha tensionado aún más el escenario. Analistas advierten que un cierre prolongado del estrecho dispararía los precios del petróleo y podría desencadenar una crisis energética global. Ultima Hora
