El pasado 23 de junio, las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) realizaron una oleada de bombardeos contra lo que describieron como instalaciones de militantes de Hizbulá en el sur del Líbano, cerca de la línea de alto el fuego establecida tras la guerra de 2006. Según el comunicado oficial, los objetivos incluían depósitos de municiones y puestos de comando que representaban una amenaza inminente para las comunidades fronterizas israelíes.
La operación se produce en un momento de creciente tensión tras los recientes intercambios de fuego entre ambos bandos. Israel justifica la acción como una medida defensiva para prevenir ataques con cohetes y la infiltración de combatientes en su territorio. Por su parte, Hizbulá aún no ha emitido un pronunciamiento oficial, aunque aliados en Beirut han denunciado la ofensiva como una violación del espacio aéreo libanés y un atropello a la soberanía nacional.
La escalada preocupa a actores regionales e internacionales, que temen un conflicto más amplio. El Consejo de Seguridad de la ONU y países vecinos han instado a la contención y al respeto de la Resolución 1701, que puso fin al último gran enfrentamiento en 2006. Analistas advierten que cualquier error de cálculo podría desencadenar un ciclo de represalias con impacto humanitario en ambas orillas de la frontera.
Fuente: abc
