El mes de junio arrancó con una potente tormenta solar que, al interactuar con el campo magnético de la Tierra, produjo coloridos destellos en los cielos de la Antártida. Según el informe de La Nación, estos auroras australes se manifestaron con tonalidades verdes, rosas y violetas, un espectáculo pocas veces visto con tal intensidad.
Los científicos explican que estas luces se originan cuando el viento solar, compuesto por partículas cargadas, choca con la magnetosfera terrestre y excita los átomos de oxígeno y nitrógeno en la alta atmósfera. El fenómeno no solo es visualmente impactante, sino que también puede afectar las redes de comunicación y navegación satelitales.
Expertos en astrofísica advierten que, si bien este tipo de tormentas solares ocurre en ciclos de aproximadamente 11 años, la de principios de junio ha superado las expectativas por su magnitud. Este evento subraya la relevancia de monitorear la actividad solar para anticipar posibles interrupciones tecnológicas y proteger las infraestructuras críticas.