Una escena cotidiana en el microcentro de Asunción refleja la magnitud del problema: jóvenes adictos que, en busca de su próxima dosis, recurren al acoso y la violencia contra transeúntes. ABC describe cómo plazas y barrios marginales se han convertido en puntos de venta de sustancias ilícitas y en escenarios de inseguridad.
Las cifras oficiales revelan que, solo en Asunción y el Departamento Central, hay 90.000 menores de 25 años atrapados en la adicción; a ellos se suman 67.300 casos en el resto del Central y 22.000 registros formales en la capital, totalizando más de 179.000 jóvenes en riesgo. El Observatorio Paraguayo de Drogas añade que el 10,3 % de los escolares ya probó algún estupefaciente, lo que anticipa una escalada de consumo en entornos escolares.
El impacto en la violencia es contundente: ocho de cada diez delitos violentos —desde rapiñas hasta violencia doméstica— involucran a personas bajo efectos de alguna droga. De hecho, el 80 % de las rapiñas registradas por la SENAD tienen como protagonistas a adictos que buscan financiar su conducta, generando un ciclo de hurtos menores y agresiones que erosionan la convivencia.
En respuesta, el Gobierno inauguró en 2023 la estrategia Sumar, una alianza de 22 instituciones orientada a la prevención escolar, protocolos sanitarios y centros de rehabilitación financiados con bienes incautados al narcotráfico. Paralelamente, el plan Chau Chespi prometía “decir chau al chespi” en los barrios. Sin embargo, 18 meses después, ambos programas presentan serios retrasos: presupuestos no liberados, centros sin habilitar y reclamos de inacción en el Congreso.
Expertos y organizaciones sociales coinciden en que, sin medidas efectivas y sostenidas, la adicción seguirá alimentando la inseguridad ciudadana. La falta de infraestructuras de rehabilitación y la débil coordinación institucional contrastan con la demanda de las comunidades, que reclaman un abordaje integral que vaya más allá de la represión.
La crisis de adicciones en Paraguay no solo es un desafío sanitario, sino también un factor central de la inseguridad y la violencia urbana. Para revertir este escenario, es imprescindible articular fuerzas estatales y sociales, cumplir con las inversiones prometidas y diseñar políticas preventivas de largo plazo.
Fuentes originales
https://www.abc.com.py/opinion/2025/06/24/entre-la-rabia-y-la-impotencia/