El 2 de abril entró en vigor un nuevo régimen de licencias chinas para la exportación de tierras raras, esenciales en sectores como la electrónica, la automoción eléctrica y la industria de defensa. Aunque las restricciones se aplican a todos los compradores extranjeros, Washington las interpreta como un posible incumplimiento de la tregua arancelaria pactada en Ginebra entre el 10 y el 11 de mayo.
Según datos del Servicio Geológico de EE.UU., China concentra cerca del 49 % de las reservas mundiales y procesó el 99 % de las tierras raras pesadas en 2024, lo que le otorga un papel estratégico en las cadenas de suministro globales.
Consultoras como Trivium China apuntan a que, más allá de una cuestión política, el principal reto es operativo: «Hay un volumen enorme de solicitudes gestionadas por muy pocos funcionarios, lo que ralentiza inevitablemente el proceso», señalan.
Inspecciones en provincias clave
El diario hongkonés South China Morning Post detalló que las autoridades de Guangxi, Guizhou y Hunan han intensificado las inspecciones y reforzado la vigilancia sobre exportadores de tierras raras para asegurar el cumplimiento de las directivas de Pekín.
Reproches entre Washington y Pekín
Desde EE.UU., fuentes citadas por el Financial Times sostienen que mantener estas restricciones contradice el espíritu de la rebaja mutua de aranceles (hasta el 30 % para EE.UU. y el 10 % para China) acordada en la capital suiza.
En respuesta, Pekín defiende que el régimen de licencias no discrimina por país y obedece a razones de seguridad nacional. Mientras tanto, la Asociación Europea de Proveedores de Automoción (CLEPA) y la Cámara de Comercio de la Unión Europea en China advierten de «perturbaciones severas» e interrupciones si no se agilizan las autorizaciones.
Este pulso sobre las tierras raras demuestra que, pese a la pausa en aranceles, la volatilidad en las cadenas de suministro globales se consolida como la nueva normalidad.
