La Costasiella kuroshimae, popularmente llamada «oveja marina», es un molusco sacoglosa de apenas unos milímetros de longitud que sorprende por su apariencia tierna y su capacidad para realizar fotosíntesis. Habita en fondos marinos cubiertos de algas en aguas cálidas y poco profundas del océano Indo-Pacífico, específicamente en Japón, Filipinas e Indonesia, donde su cuerpo translúcido y sus rinóforos le dan un aspecto de caricatura ABC Color.
Apariencia y distribución
Con diminutas manchas verdes y tentáculos que imitan un suave pelaje, la oveja marina se adhiere a las algas donde se alimenta. Tras una fase larval flotando con las corrientes, se asienta y pasa a asimilar cloroplastos, lo que le permite aprovechar la luz solar como fuente de energía.
Fotosíntesis animal: el fenómeno de kleptoplastia
La clave de su energía radica en la kleptoplastia, un proceso por el cual succiona y retiene cloroplastos funcionales de algas verdes del género Avrainvillea. Estos orgánulos continúan realizando la fotosíntesis dentro de sus células, generando azúcares que complementan su dieta y le confieren un increíble +rasgo vegetal+ (ABC Color).
Importancia ecológica y biotecnológica
Además de su atractivo para el público, la oveja marina contribuye al control del crecimiento de algas y funciona como indicador biológico de la salud de los arrecifes. Su estudio abre posibilidades para entender mejor la simbiosis y explorar aplicaciones biotecnológicas de la fotosíntesis animal.