El trágico asesinato de María Fernanda, una joven de 17 años de Coronel Oviedo, y la aparente participación directa de su novio en el crimen, ha encendido las alarmas en la sociedad paraguaya. Según la investigación preliminar, el agresor planeó con frialdad el homicidio tras descubrir el embarazo de la víctima.
El hecho ocurrió en la madrugada del 7 de junio de 2025, cuando el adolescente desactivó el circuito cerrado de su hogar, citó a María Fernanda con la excusa de conversar sobre el futuro y, tras un presunto episodio de violencia premeditada, incendió el cuerpo de la víctima en un terreno baldío.1
La sicóloga Marian Romero advirtió que “un adolescente no se vuelve asesino de un día para otro”. Para ella, este caso es “una alarma social”, un “espejo brutal” que obliga a analizar las dinámicas familiares y comunitarias que pueden incubar conductas extremas.
El psiquiatra Luis Rojas Marcos, en su obra “Las semillas de la violencia”, señala que el hogar es simultáneamente un refugio y un escenario de tensiones capaces de desbordar pasiones humanas. Este asesinato pone de relieve la urgencia de detectar y atender tempranamente señales de maltrato, abandono emocional o radicalización en jóvenes.
Organizaciones de derechos de la niñez y salud mental subrayan la necesidad de articular esfuerzos entre instituciones educativas, servicios de salud y entidades de protección para prevenir próximas tragedias. “Que la muerte de María Fernanda sea conciencia y transformación”, concluye Romero.
La cobertura completa de este caso y el análisis de sus implicancias están disponibles en abc.