Un equipo dirigido por Adam Millard-Ball, de la Universidad de California, ha analizado datos de transporte de 11.587 ciudades de 121 países, lo que equivale al 41 % de la población urbana mundial, para evaluar el impacto de ampliar la red ciclista al nivel de Copenhague (Dinamarca). El estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, concluye que esta medida podría reducir un 6 % las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de vehículos privados y generar un ahorro anual de 381.000 millones de euros en costes sanitarios.
Los investigadores emplearon modelos jerárquicos bayesianos y observaron que cada kilómetro adicional de carril bici se asocia con unos 13.400 kilómetros más recorridos en bicicleta. Además, detectaron que la alta densidad de población, el diseño urbano orientado al peatón y la inversión en infraestructuras —carriles separados y cruces seguros— son clave para fomentar los desplazamientos activos.
Según las simulaciones, los climas extremos no suponen un obstáculo importante: el transporte a pie o en bicicleta aporta beneficios significativos para la salud física y mental, reduciendo la mortalidad por todas las causas entre un 10 % y un 11 %. Asimismo, precios elevados de la gasolina y políticas de restricción del uso del coche refuerzan la transición hacia medios de transporte sostenibles.
Los autores subrayan que no existe un único modelo de ciudad ideal, pero recomiendan adaptar estrategias de movilidad activa y gestión del aparcamiento para «desplazar» viajes en coche hacia opciones más saludables y limpias.
Fuente: ABC