Desde el 30 de marzo pasado, cuando la Gobernación del Alto Paraguay declaró la emergencia departamental por inundaciones, más de una veintena de comunidades rurales permanecen aisladas en Fuerte Olimpo y Bahía Negra, sin acceso por tierra ante el desborde de ríos y arroyos.
A la fecha, los pobladores cumplen 60 días de encierro que han agravado la falta de alimentos y medicinas. La Secretaría de Emergencia Nacional (SEN) entregó recién ayer 23 kg de víveres por familia, una asistencia considerada «mínima» por los afectados, quienes denuncian demoras de hasta 50 días para recibir kits básicos.
El aislamiento no solo golpea la subsistencia: el sector ganadero reporta pérdidas millonarias al verse impedido de trasladar el ganado a los frigoríficos. Productores contratados han habilitado tramos de camino con maquinaria propia y municipal, pero las lluvias mandan los trabajos «parche» al olvido cada vez que resurgen crecidas.
Frente a esta realidad, el Obispo del Chaco, Monseñor Gabriel Escobar, instó al Gobierno nacional y al presidente Santiago Peña a destinar fondos de las binacionales o gestionar préstamos internacionales para asfaltar los 140 km hasta Fuerte Olimpo. Según estudios de factibilidad y códigos SNIP vigentes, la obra demandaría unos US$ 200 millones y garantizaría un «camino de todo tiempo».
Para los habitantes de Alto Paraguay, esa inversión simboliza más que infraestructura: es la llave para romper décadas de aislamiento e inequidad en una de las zonas más postergadas del país. ABC Color