Ubicada en el sur de Francia, la ciudadela de Carcassonne es uno de los destinos turísticos más emblemáticos para los amantes de la historia y la arquitectura medieval. Construida originalmente en la época romana y reconstruida en el siglo XIII, esta fortaleza cuenta con dos líneas de murallas concéntricas, 52 torres y un castillo —el Château Comtal— que permiten al viajero retroceder en el tiempo.
El sitio fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997, reconociendo su valor excepcional como ejemplo de ciudad fortificada medieval. Pasear por sus callejones empedrados, descubrir la basílica de Saint-Nazaire y contemplar las magníficas vistas desde sus murallas son experiencias que hacen de Carcassonne un destino imprescindible.
Según ABC, la restauración llevada a cabo en el siglo XIX por el arquitecto Eugène Viollet-le-Duc recuperó gran parte del esplendor original de la fortaleza, consolidando su estética medieval. Hoy, la ciudad atrae a cientos de miles de visitantes anuales que llegan por tren o en coche desde Toulouse, a apenas 90 kilómetros de distancia.
Además de la oferta patrimonial, Carcassonne despliega una variada propuesta cultural y gastronómica: festivales de música medieval, mercados artesanales y restaurantes que sirven especialidades occitanas como el cassoulet. Todo ello convierte esta escapada en una verdadera inmersión en el pasado y en la vida contemporánea del sur de Francia.
