Las alergias en gatos pueden convertirse en un problema crónico si no se abordan a tiempo. Según ABC, los felinos suelen presentar picores intensos que los llevan a rascarse hasta provocar lesiones e infecciones secundarias.
Entre los síntomas más comunes se cuentan el rascado excesivo, la presencia de costras, pérdida de pelo y zonas inflamadas, especialmente en abdomen, orejas y patas. Estos signos pueden desencadenarse por diversos alérgenos: desde pulgas y ácaros del polvo hasta componentes de la dieta o pólenes estacionales.
Para llegar a un diagnóstico preciso, el veterinario puede sugerir pruebas de eliminación alimentaria —dieta hipoalergénica— o test cutáneos que identifiquen alérgenos específicos. Además, el historial clínico y un examen físico detallado ayudan a descartar otras patologías dermatológicas.
En cuanto al tratamiento, las opciones incluyen antihistamínicos, corticoides tópicos o sistémicos y baños medicados con champús especiales que restauran la barrera cutánea. En casos de alergias alimentarias, se recomienda una dieta supervisada durante al menos ocho semanas para evaluar la respuesta.
La prevención también juega un rol clave: mantener limpia el área de descanso del gato, controlar la presencia de pulgas y reducir la exposición a pólenes durante temporadas altas. Con un manejo integral, es posible mejorar significativamente la calidad de vida de tu mascota y evitar complicaciones dermatológicas.
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