Al envejecer, el organismo experimenta modificaciones hormonales y neurológicas que afectan la arquitectura del sueño. La producción de melatonina desciende, se reducen las fases profundas y aumenta la frecuencia de despertares nocturnos, lo que deriva en una percepción de sueño insuficiente o de mala calidad.
Según especialistas citados por ABC, estos cambios comienzan a notarse después de los 60 años y pueden agravar problemas de salud crónicos como hipertensión y diabetes. Para contrarrestarlos, recomiendan:
- Rutina regular: Acostarse y levantarse siempre a la misma hora, incluso los fines de semana.
- Higiene del sueño: Mantener el dormitorio fresco, oscuro y libre de dispositivos electrónicos.
- Actividad física: Realizar ejercicios moderados durante el día, evitando entrenamientos intensos cerca de la hora de dormir.
- Alimentación: Limitar el consumo de cafeína y alcohol; cenar ligero y al menos dos horas antes de acostarse.
- Exposición a la luz natural: Favorece la regulación del ritmo circadiano y estimula la producción de melatonina en las noches.
Además, se sugiere incorporar técnicas de relajación como la meditación o la respiración profunda antes de acostarse. En caso de insomnio persistente, es clave consultar con un médico para descartar trastornos del sueño o ajustar tratamientos farmacológicos.