La decisión de explotar un yacimiento de oro se basa en un análisis integral de diversas variables técnicas, económicas y medioambientales. Para que un proyecto resulte rentable, los estudios deben demostrar que el contenido de oro en el mineral (ley) y la cantidad total de reservas superan los costos de extracción, procesamiento y cumplimiento de normativas.
En primer lugar, se realiza una exploración geológica que cuantifica la ley del mineral y estima el volumen de roca económicamente recuperable. A partir de esos datos iniciales, las empresas mineras calculan los costos operativos: perforación, voladuras, transporte y procesamiento. Adicionalmente, los precios internacionales del oro, que presentan alta volatilidad, juegan un papel decisivo en proyecciones financieras a mediano y largo plazo.
Por otro lado, las exigencias ambientales y sociales, como planes de manejo de relaves, protección de cuencas y diálogo con comunidades locales, pueden encarecer o retrasar el proyecto. Las empresas deben contemplar inversiones en mitigación de impacto y en repoblación forestal para cumplir con la legislación vigente y obtener las licencias de explotación.
Según ABC, el umbral mínimo de rentabilidad suele fijarse cuando el valor del metal, multiplicado por las onzas recuperables, supera en al menos un 20% los costos totales de operación e inversión inicial. Este margen brinda un colchón ante caídas temporales del precio del oro y garantiza la viabilidad financiera del proyecto.