Numerosos estudios demuestran que las mascotas perciben y responden a los estados emocionales de sus dueños. Según especialistas en conducta animal, los perros y gatos pueden “contagiarse” de la alegría, la ansiedad o el estrés que experimentamos en el día a día, lo que impacta en su comportamiento, apetito y nivel de actividad.
El abc explica que esta transferencia de emociones ocurre a través de señales verbales y no verbales: el tono de voz, los gestos e incluso la postura corporal. Un dueño tenso o irritable puede desencadenar nerviosismo en el animal, mientras que un ambiente relajado y positivo fomenta su seguridad y tranquilidad.
Para minimizar los efectos negativos de un mal día, los expertos recomiendan establecer rutinas de juego y ejercicio que permitan al dueño y a la mascota liberar energía y reducir el estrés. Además, técnicas de respiración y breves pausas de atención plena (mindfulness) ayudan a mantener un estado emocional equilibrado.
Finalmente, fortalecer el vínculo con caricias, palabras amables y momentos de calidad no solo mejora el bienestar de la mascota, sino que consolida una relación basada en la confianza. Al cuidar nuestra salud emocional, también estamos protegiendo la de quienes dependen de nosotros.
