Convertirse en padre primerizo marca un antes y un después en la rutina diaria: las noches en vela, los nuevos cuidados y la constante atención al bebé pueden relegar el ejercicio físico a un segundo plano. Sin embargo, recuperar la forma física no solo aporta energía y bienestar, sino que también mejora el estado de ánimo y el vínculo familiar.
Para dar el primer paso del sofá al movimiento, los especialistas recomiendan comenzar con sesiones cortas de 10 a 15 minutos de ejercicios de bajo impacto, como caminatas rápidas o estiramientos básicos, e ir aumentando la intensidad de manera progresiva. Así, se evita el riesgo de lesiones y se adapta el cuerpo a la nueva demanda física.
Entre las claves para un retorno exitoso al entrenamiento destacan:
- Planificación realista: Ajustar los horarios de entrenamiento a los turnos de sueño y alimentación del bebé.
- Entrenamiento funcional: Incluir ejercicios que fortalezcan el core y la espalda, fundamentales para cargar al bebé con seguridad.
- Apoyo familiar: Involucrar a la pareja o a un familiar para alternar las guardias y garantizar tiempo exclusivo para ejercitarse.
- Hidratación y nutrición: Mantener una dieta balanceada y beber agua antes, durante y después de la actividad física.
Además, especialistas en fisioterapia y entrenamiento parental insisten en la importancia de realizar una evaluación previa para descartar posibles complicaciones postparto y adaptar los ejercicios a las condiciones de cada padre. De esta forma, el entrenamiento no solo colabora en la recuperación física, sino que también se convierte en un momento de autocuidado y desconexión.
Más consejos y rutinas sugeridas están disponibles en ABC.