En su más reciente editorial, La Nación sostiene que la solución a la creciente violencia y los delitos cometidos por menores radica en una educación integral y temprana. El texto plantea que solo a través de la formación en valores, habilidades sociales y oportunidades de desarrollo se puede ofrecer a los jóvenes una vía alejada de la delincuencia.
La propuesta abarca la colaboración entre tres actores fundamentales: la familia, como núcleo primario de transmisión de principios éticos; la escuela, encargada de consolidar conocimientos y competencias ciudadanas; y el Estado, responsable de diseñar políticas públicas que garantizan recursos adecuados y acceso universal. Según la editorial, la falta de contención y proyectos de vida aumenta la vulnerabilidad de los adolescentes frente a la delincuencia.
En este contexto, se recomienda implementar programas de prevención que incluyan talleres de resolución pacífica de conflictos, mentorías de profesionales y actividades culturales y deportivas. Estas iniciativas, sumadas a un sistema judicial que privilegie la rehabilitación por sobre el castigo, podrían marcar la diferencia en la reducción de los índices de criminalidad juvenil en todo el país.