El paso del ciclón por la región no solo provocó daños materiales, sino que también dejó secuelas psicológicas en muchos de los habitantes. Ultimahora recoge numerosos testimonios que describen noches en vela, miedos recurrentes y sensación de vulnerabilidad ante nuevas alertas climáticas.
Frente a esta situación, las autoridades sanitarias y organizaciones comunitarias han puesto en marcha líneas de atención psicológica y talleres de contención emocional. Estas iniciativas buscan brindar herramientas para manejar el estrés postraumático y fomentar la resiliencia entre los damnificados.
Expertos coinciden en que la recuperación tras un fenómeno de esta magnitud supone un doble desafío: por un lado, restaurar viviendas, servicios básicos e infraestructuras; por otro, mantener programas de apoyo en salud mental que acompañen a la población durante todo el proceso de reconstrucción.
