En distintas regiones de Paraguay, propietarios de jardines y huertas suelen sorprenderse al descubrir una zarigüeya de vientre blanco (Didelphis albiventris), conocida en guaraní como mykurẽ. Lejos de representar una amenaza, este marsupial cumple un papel clave en el control natural de plagas y en el mantenimiento de la salud de los ecosistemas urbanos y rurales, señalan especialistas.
Según un informe de ABC Color, las zarigüeyas tienen una dieta omnívora que incluye insectos, pequeños roedores, carroña, frutos y garrapatas, lo que las convierte en controladoras biológicas de plagas como cucarachas, alacranes y roedores que afectan la salud humana y de cultivos.
Aliada silenciosa del jardín
Al actuar como carroñeras naturales, estas especies facilitan la descomposición de materia orgánica y el reciclaje de nutrientes en el suelo, mejorando la calidad del sustrato de huertas y macizos florales. Además, su depredación de insectos evita proliferaciones que pueden derivar en uso excesivo de pesticidas tóxicos.
Riesgos mínimos y mitos
A diferencia de creencias populares, las zarigüeyas no son agresivas ni representan un foco de rabia o enfermedades. Estudios citados por ABC Color indican que su baja temperatura corporal dificulta la reproducción de virus, manteniendo el riesgo de contagio en niveles casi nulos.
Recomendaciones para una convivencia armoniosa
- Evitar dejar comida al aire libre: asegurar contenedores de basura y no dejar restos de alimento para mascotas en el patio.
- Proporcionar refugio natural: permitir que el mykurẽ se refugie entre arbustos o troncos sin intentar capturarlo.
- Proteger a las mascotas: mantener perros y gatos en el interior durante la noche para prevenir encuentros.
- Difundir información: educar a vecinos y familiares sobre los beneficios ecológicos de la zarigüeya.
Así, en lugar de espantarlas, fomentar la presencia de mykurẽ en patios paraguayos aporta un servicio ecológico gratuito que refuerza la biodiversidad y reduce el uso de químicos en hogares y comunidades.