El incendio del Hospital de Sangre de Piribebuy durante la Guerra de la Triple Alianza fue presentado por primera vez en 1902 por Juan Emiliano O’Leary bajo el seudónimo de «Pompeyo González» en el diario La Patria de Asunción. Aquel décimo artículo, fechado el 12 de agosto de 1902, afirmaba que los aliados habían cerrado puertas y ventanas del nosocomio y quemado vivos a ochocientos enfermos.
O’Leary sustentó su relato en dos testimonios indirectos: una carta del capitán Manuel Solalinde del 12 de marzo de 1902, que él mismo reconoció no procedía de un testigo directo, y una misiva del padre Fidel Maíz basada en declaraciones de la matrona María Meque. Ninguno de estos testigos consignó originalmente detalles como el sellado de accesos o cifras exactas de víctimas. Sin embargo, en sus libros El libro de los héroes (1922) y El Mariscal Solano López (1925), O’Leary reforzó y matizó su versión, reduciendo gradualmente el número de muertos a «centenares» y variando la mecánica del incendio.
Historiadores profesionales señalan que en las reconstrucciones de O’Leary predominó un estilo épico y subjetivo, lejos del rigor académico. No existen documentos militares ni crónicas contemporáneas que confirmen la orden explícita de Gastón de Orleans, conde de D’Eu, de incendiar el hospital con sus pacientes dentro, ni pruebas fehacientes del supuesto número de víctimas. Detalles adquiridos en conferencias posteriores del propio O’Leary y la falta de voces presenciales directas han llevado a considerar esta versión como una leyenda popular que, pese a su eco en la educación y la memoria colectiva, sigue bajo debate.
La investigación sobre aquel suceso continúa abierta, con otras fuentes como los informes del coronel Juan Crisóstomo Centurión y los testimonios de actores locales que ofrecen narraciones distintas. Mientras tanto, la historia oficial y las conmemoraciones académicas en Paraguay buscan separar el mito de la evidencia histórica.
Fuente: Última Hora