El próximo quinquenio plantea para Paraguay 2025 un dilema estratégico: profundizar su inserción en cadenas globales de valor o volcar recursos hacia el desarrollo interno de infraestructuras y servicios básicos. Según ABC, el país debe balancear la apertura comercial con políticas sociales que eviten brechas territoriales.
Por un lado, la expansión de mercados como la Unión Europea y Asia demandan mayor agilidad en trámites aduaneros, mejoras logísticas y la diversificación de productos con alto valor agregado. En los últimos años, Paraguay ha aumentado sus exportaciones de soja y carne, pero expertos advierten que sin inversiones en innovación y certificaciones ambientales será difícil acceder a segmentos premium.
En contraste, el fortalecimiento del desarrollo interno implica modernizar carreteras y puertos para reducir costos de transporte, impulsar la digitalización de pequeñas y medianas empresas y reforzar la educación técnica. Estas acciones, apuntan analistas, no solo mejoran la competitividad externa, sino que también generan empleo y cohesión social en regiones históricamente postergadas.
El próximo gobierno deberá definir si prioriza tratados y alianzas internacionales o si concentra el gasto público en infraestructura y programas de inclusión. Ambas rutas, concluyen especialistas, son complementarias: sin un mercado global abierto, la producción local carece de destinos; sin una base interna sólida, la apertura externa corre el riesgo de beneficiar solo a grandes exportadores.