Paraguay encara una estrategia para transitar hacia una economía del conocimiento apoyada en su reciente estabilidad macroeconómica —inflación controlada en 4,4 % y reservas equivalentes al 25 % del PIB— como plataforma para impulsar ciencia, tecnología e innovación. ABC
Sin embargo, los retos son considerables: el país obtuvo sólo 21,9 puntos en el Índice de Innovación Global 2024, por debajo del promedio regional, y destina apenas 0,14 % del PIB a I+D. Además, ocupa la posición 99 de 141 en el Global Knowledge Index, lo que evidencia la urgencia de cerrar brechas en educación, institucionalidad y producción de valor agregado. ABC
El papel del Estado, articulado a través del Conacyt, es central: requiere mayor financiamiento y capacidad operativa para coordinar políticas de ciencia y tecnología, así como impulsar reformas educativas que potencien el capital humano desde la primaria hasta la formación superior. ABC
En el ámbito académico, la Universidad Nacional de Asunción, el Inaes y otras instituciones públicas del interior deben fortalecer la investigación y la transferencia tecnológica. Las universidades privadas, por su parte, pueden diversificar la oferta con posgrados y alianzas internacionales, creando centros de innovación que respondan a las necesidades del sector productivo. ABC
Finalmente, el sector privado debe evolucionar de un modelo extractivo a uno basado en innovación local y economía circular, promoviendo startups tecnológicas y responsabilidad social. La sociedad civil, a través de ONG y alianzas multisectoriales, complementa estos esfuerzos al facilitar gobernanza colaborativa, esencial para replicar proyectos exitosos en agroindustria, salud digital y más. ABC