Las plantas extremófilas son especies vegetales capaces de desarrollarse en entornos extremos —desiertos abrasadores, marismas salinas, regiones árticas o montañas de gran altitud— gracias a mecanismos únicos de adaptación. Estos vegetales han evolucionado para almacenar agua, regular la entrada de sales y protegerse de la radiación, revelando información valiosa para la agricultura resiliente y la exploración espacial ABC.
Tipos de estrés ambiental
- Sequía intensa: Cactáceas y otras especies desérticas acumulan agua en tallos y minimizan la transpiración.
- Alta salinidad: Halófitas como Salicornia europaea controlan el balance iónico en raíces y hojas.
- Temperaturas extremas: Plantas alpinas y árticas realizan fotosíntesis a temperaturas bajo cero.
- Radiación UV y altitud: En los Andes, especies desarrollan cutículas gruesas y pigmentos protectores.
Principales adaptaciones
Las extremófilas presentan hojas transformadas en espinas, estomas hundidos y cutículas impermeables para reducir la pérdida de agua. Muchas emplean el Metabolismo Crasuláceo del Ácido (CAM), abriendo estomas de noche para conservar humedad, y producen antioxidantes naturales contra el daño oxidativo. Ejemplos notables incluyen Arabidopsis halleri, que tolera altas concentraciones de metales pesados, y Welwitschia mirabilis, que puede vivir más de mil años gracias a la absorción de la niebla del desierto.
Aplicaciones y relevancia
Investigar estos mecanismos facilita el desarrollo de cultivos resistentes a sequía y salinidad, una necesidad creciente en la era del cambio climático. Además, las adaptaciones de las extremófilas sirven de modelo para la búsqueda de vida vegetal en otros planetas con condiciones hostiles.
Fuente: ABC
