Un equipo de investigadores de la Universidad de Lund (Suecia), la Universidad Nacional de Australia (ANU) y la Universidad de Australia Meridional (UniSA) ha demostrado por primera vez que las polillas Bogong (Agrotis infusa) emplean la Vía Láctea como brújula celeste en su migración de primavera y otoño. Publicado en la revista Nature, el estudio analiza cómo estos lepidópteros recorren más de 1.000 kilómetros desde las llanuras de Queensland y Nueva Gales del Sur hasta las frescas cuevas de los Alpes australianos donde hibernan.
Los experimentos consistieron en situar a las polillas en un simulador de vuelo con el campo magnético terrestre bloqueado y distintos escenarios de cielo nocturno. Cuando se les mostró un cielo estrellado natural, las polillas volaron sistemáticamente en la dirección migratoria correcta; al girar el patrón celeste 180°, ajustaron su rumbo; pero al mezclar las estrellas, perdieron totalmente la orientación.
Además, los científicos identificaron neuronas especializadas en el cerebro de la polilla que responden a la información celeste, demostrando una compleja codificación de la luz de la Vía Láctea. Según Eric Warrant, investigador de la ANU y la Universidad de Lund, «estas polillas son increíblemente precisas: usan las estrellas como brújula y sincronizan su trayectoria con la hora de la noche y la estación».
Los autores del estudio creen que este descubrimiento puede inspirar avances en robótica, navegación de drones e incluso en estrategias de conservación de especies migratorias ante el cambio climático. Para protegerlas, advierten, es esencial preservar sus rutas migratorias, actualmente amenazadas por la pérdida de hábitat y la luz artificial. Más información en ABC.