El pasado 27 de mayo, un hombre en situación de adicción sustrajo a Bartolito, un gallo que hace más de nueve años vivía con la familia como mascota de los niños. La Nación informó que, ante la desesperación, los propietarios ofrecieron una recompensa para quien proporcionara información sobre el paradero del animal.
La estrategia dio resultados y, mediante la colaboración de vecinos y pequeñas patrullas vecinales, Bartolito fue localizado y devuelto ileso a sus dueños. El caso pone en relieve cómo la movilización comunitaria puede ser clave para resolver delitos de menor magnitud y proteger el patrimonio afectivo de las familias.