En la isla australiana de Tasmania, un enorme tocón recuerda la tala de un eucalipto de más de 500 años en el valle de Huon, un episodio que ha reavivado el debate sobre la explotación de bosques milenarios. Expertos aseguran que la industria local destina alrededor del 18,5% de sus árboles endémicos a la producción de astillas, principalmente para exportación hacia China y Japón, cifra que supera el promedio nacional (ABC Paraguay).
Según datos oficiales, entre 2022 y 2023 Tasmania taló más de 3,4 millones de hectáreas de bosque, de las cuales 812.000 están destinadas a la producción de madera. El organismo público Madera Sostenible Tasmania defiende una “gestión equilibrada” que combina tala y reforestación, pero ambientalistas como Jenny Weber, de la fundación Bob Brown, denuncian prácticas que “arrascan áreas completas” y dejan tocones calcinados.
El descontento creció a finales de marzo, cuando más de 4.000 personas se manifestaron en la capital, Hobart, vistiendo disfraces de especies amenazadas como el diablo de Tasmania y el periquito migrador. Este último, catalogado en “peligro crítico de extinción” por la UICN desde 2015, depende de cavidades en árboles centenarios para reproducirse; sin ellas, su supervivencia queda en riesgo.
Profesionales de Madera Sostenible Tasmania sostienen que cada año plantan 149 millones de semillas en 5.000 hectáreas y moderan la tala a menos del 1% de su superficie gestionada. Sin embargo, ecólogos como Charley Gros aseguran que la estrategia falla al reforestar únicamente eucaliptos y al emplear métodos de limpieza tóxicos que afectan el suelo y obligan a contratar cazadores para controlar la fauna que depreda los brotes jóvenes.
La controversia ha llevado a pedidos de prohibición total de la tala de especies endémicas, norma que ya rige en otros estados del sur de Australia desde 2024. Mientras tanto, Tasmania continúa exportando la mayoría de su madera como astillas, facturando 80 millones de dólares en 2022-2023 y generando menos del 1% del empleo local, una cifra que críticos califican de insuficiente frente al impacto ambiental.