La territorialidad en perros es un fenómeno estudiado por la ciencia del comportamiento animal que se manifiesta cuando un canine defiende activamente su espacio frente a intrusos o cambios en su entorno. Según ABC, este comportamiento suele tener raíces tanto genéticas como aprendidas y puede agravarse por falta de estimulación o socialización temprana.
El primer paso para manejar la territorialidad es identificar los desencadenantes: ruidos externos, visitas al hogar o la presencia de otros animales. Una vez detectados, los especialistas recomiendan implementar sesiones de desensibilización gradual, donde el perro aprenda a asociar estímulos potencialmente estresantes con experiencias positivas, como premios o caricias.
Además, el uso de refuerzo positivo resulta clave. Cada vez que el perro reaccione de forma calmada ante la llegada de un extraño o el paso de un peatón, debe recibir un refuerzo, favoreciendo así la creación de una respuesta más tolerante. La creación de zonas seguras con juguetes interactivos y el aumento de la actividad física diaria también contribuyen a reducir los niveles de ansiedad.
Por último, los expertos insisten en la importancia de la socialización desde cachorros. La exposición controlada a distintas personas, animales y entornos durante las primeras etapas de desarrollo fortalece la confianza del animal y disminuye las conductas de defensa territorial.
Con un programa de adiestramiento basado en la ciencia del comportamiento, paciencia y coherencia, los propietarios pueden transformar la territorialidad en una conducta gestionable, mejorando la calidad de vida tanto del perro como de su familia humana.