Este lunes en Londres, China y Estados Unidos retoman las negociaciones sobre la tregua arancelaria alcanzada en Ginebra, con las tierras raras como uno de los puntos más controvertidos. Pekín impuso en abril un régimen de licencias que exige permisos previos para exportar siete de los 17 minerales del grupo —entre ellos samario, gadolinio y terbio—, alegando motivos de seguridad nacional, y dejó en suspenso buena parte del suministro global.
Según datos del ABC, China controla 44 millones de toneladas de reservas, el 49 % del total mundial, y procesó el 99 % de las tierras raras pesadas en 2024. Ese año extrajo 270.000 toneladas, frente a las 45.000 toneladas de Estados Unidos. Además, Washington depende en un 70 % de las tierras raras chinas, cifra que asciende al 92 % en el caso de los elementos pesados.
El vice primer ministro chino, He Lifeng, lidera la delegación de Pekín, mientras que el secretario del Tesoro, Scott Bessent; el secretario de Comercio, Howard Lutnick; y el representante comercial Jameson Greer encabezan la misión estadounidense. Ambas partes acusan a la contraparte de violar la reducción de aranceles acordada —Washington prometió bajar sus gravámenes del 145 % al 30 % y China del 125 % al 10 %— y buscan garantías para evitar interrupciones en sectores estratégicos como la electrónica, la automoción y la defensa.
Las decisiones que se tomen en Londres no solo definirán el flujo de materias primas esenciales, sino que también marcarán el tono de la rivalidad tecnológica entre Pekín y Washington, con implicaciones directas en la producción de semiconductores y la industria de la inteligencia artificial.
