Tras su llegada a Paraguay, el joven venezolano Alejo Guillén decidió sumergirse en una de las tradiciones locales más arraigadas: el tereré. Sin embargo, su experiencia no fue como esperaba. “Nunca en mi vida vuelvo a tomar esta vaina”, confesó en una entrevista para La Nación.
El tereré, bebida típica de yerba mate refrescada con agua fría o jugos naturales, forma parte del día a día de los paraguayos. Se consume en rondas familiares, laborales y sociales, reforzando la identidad guaraní. A diferencia del mate caliente, el tereré se sirve en un recipiente llamado guampa y se comparte a través de una bombilla metálica.
Guillén explicó que, aunque reconocía el valor cultural del tereré, no logró adaptarse a su sabor intenso y a la costumbre de beberlo en frío. Su testimonio generó debate en redes sociales, donde algunos usuarios defendieron la tradición y otros celebraron la honestidad del migrante al describir su desagrado.
Especialistas en antropología cultural destacan que este tipo de choques gastronómicos suelen ser habituales cuando se combinan nuevas experiencias culinarias con costumbres locales. En un país donde el tereré es considerado Patrimonio Cultural Inmaterial, la anécdota de Guillén subraya el poder de la alimentación como símbolo de identidad.
